El mundo donde vivimos, antiguamente, provocó extinciones en masa que cambiaron la forma de vida de aquel entonces. La Tierra tiene el poder de cambiar para no desaparecer… es algo que deberíamos tener en cuenta.
Hace millones de años, concretamente entre 443 y 65, hubo seis grandes extinciones en masa que aniquilaron la vida en la Tierra. Las causas de estas catástrofes siempre se han atribuido a los meteoritos. La famosa extinción de los dinosaurios da un claro ejemplo de ello. Sin embargo, la vida de un planeta no puede desaparecer con un simple impacto en la corteza. Tubo que ocurrir algo más.
Científicos han investigado sobre nuestro pasado llegando a conclusiones muy curiosas. Es muy posible que la mencionada causa haya desencadenado en efectos arrasadores. La temperatura ambiente aumentó por un fenómeno llamado efecto invernadero. Esto se produjo principalmente por una saturación de dióxido de Carbono en el oxígeno. Este desencadenante, ya de por sí tóxico, produjo una anoxia oceánica. Expliquemos este término:
Existe un gas venenoso llamado ácido sulfhídrico. Es el que emana la Tierra al exterior cuando se producen las erupciones volcánicas, convirtiéndose en azufre. También puede encontrarse en el fondo de los océanos.
Pues bien, una gran cantidad de ácido sulfhídrico en el fondo del mar, unido a fondos marinos profundos, produjo una inestabilidad en el interfase (separación entre aguas oxigenadas y aguas saturadas de ácido sulfhídrico), con el terrorífico resultado de burbujas cargadas de ácido sulfhídrico haciendo erupción sobre la atmósfera. Una vez liberado, el ácido sulfhídrico atacó a la capa de ozono produciendo varios agujeros. La exposición directa de la radiación ultravioleta del Sol acabó con la biomasa del fitoplancton, la base de la cadena alimentaría. Además, la toxicidad del ácido sulfhídrico se incrementa con la temperatura, que con todas estas circunstancias se disparó. Todo esto dio como resultado, en seis ocasiones insisto, extinciones en masa.
Lo más preocupante es que el impacto de asteroides sólo se dio realmente en dos o tres de las grandes extinciones. Desde hace años se sabía que este fenómeno no había afectado de manera decisiva sobre la vida. Hubo otras causas, como se ha explicado, que han permanecido ocultas. Por consiguiente, es la misma Tierra quien puede, y probablemente ya lo ha hecho, exterminar la vida.
Con esta información cabe preguntarse: ¿por qué no han dado la teoría más probable desde el principio? La respuesta, a juzgar por las circunstancias que nos rodean, es escalofriante: porque a menor escala, se está desatando de nuevo. Ya se sabe, a ciencia cierta, que aquellas catástrofes se produjeron por asfixia producida del calor y de gases emanados de la Tierra. ¿A caso el efecto invernadero no es una realidad de nuestros días? ¿A caso la contaminación no está saturando de gases tóxicos el oxígeno? Bienvenidos a la verdad.
El hombre, en los últimos años ha codiciado el dinero de forma exagerada. Ha buscado, en su creación, medios para enriquecerse a cualquier precio. Es triste decirlo, pero pudiendo haber elegido energías renovables para el transporte, por ejemplo, ha preferido patentar modelos con el único deseo de obtener el mayor beneficio posible. Daba igual si la combustión expulsaba monóxido de carbono (CO), o tenían que hacer la guerra en medio planeta para conseguir materia prima.
Ahora, la preocupación de todo estudioso del medio ambiente, es la degradación del planeta. Más preocupante resulta si se compara con el pasado. El nivel de CO2 en la atmósfera, es de aproximadamente 385 partes por millón (ppm). Cuando se produjeron las extinciones era de 1000 ppm. Todavía tenemos márgen para corregirlo, pueden pensar algunos. Sería un pensamiento acertado si se fuera reduciendo la emisión de este gas, pero lejos de ello, se aumenta. Anualmente la media asciende en 2 ppm, con posibilidades de alcanzar 3 ppm. El mundo puede alcanzar, en el próximo siglo, el nivel de contaminación que hubo en el pasado. Y además, hay otros factores a tener en cuenta.
El consumo de carbón, petróleo y gas natural ha emitido a la atmósfera una gran cantidad de CO2. La saturación de CO2 es el causante del efecto invernadero. El calor del Sol traspasa la capa, quedando almacenado como ocurre en los invernaderos. Esto produce un aumento de la temperatura anual, que acabará con un gran impacto en el clima mundial y en el medio ambiente.
El calor también se produce en los océanos. La temperatura del mar asciende derritiendo los polos, con el resultado del aumento del nivel del mar. Aunque no tenemos antecedentes de este fenómeno, podemos decir que contrae gran riesgo ya que muchas ciudades se encuentran por debajo del nivel actual, como los Países Bajos.
La capa de Ozono, fue otra de las causas de las catástrofes. Fósiles de Groenlandia y de Antártida demuestran que hubo más de un agujero. Nosotros, por suerte, sólo hemos producido uno por el uso de aerosoles. Pero los rayos ultravioletas cruzan cada vez con más agresividad el escudo que nos protege. Si tenemos en cuenta que se está alertando para no exponernos directamente al Sol, con el riego de contraer cáncer, ¿qué podría producir en seres que están continuamente expuestos? Y recordemos que estos seres son los que nos proporcionan el oxígeno.
La anoxia oceánica podría producirse en breve. Hasta que no regulemos el CO2, en cualquier momento podrían aparecer sobre la superficie de los mares, las terribles burbujas. Aunque sí que es cierto, que la saturación de anhídrido carbónico no es tan elevada como entonces, pero incluso una contaminación a menor escala podría ser determinante.
Por todos estos motivos, hay que estar realmente preocupados. Pero también hay que tener esperanza. Ahora es el momento en que los hombres están más evolucionados que nunca. Si los científicos pueden hacer estudios de hace millones de años, ¿por qué no van a poder elaborar soluciones a los problemas actuales? Y puede que soluciones que nos parezcan increíbles, ya que estos datos que barajamos también lo son.
Tenemos la responsabilidad y el deber de cambiar esto. Las consecuencias se ven y cada vez son más devastadoras: terremotos, inundaciones, granizadas… Nunca se habían dado con tanta intensidad ni con tan poco espacio de tiempo. Y esto no acabará aquí, sino que irá en aumento a no ser que se corrijan los niveles de contaminación. Estamos ante un siglo clave para nuestra prosperidad. Es muy sencillo: creer o no creer, esperar un milagro o hacer algo al respecto. Aun estamos a tiempo de evitar nuevas extinciones en masa.
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